RAPACA MORENA GRAL. SAN MARTIN

martes, 14 de septiembre de 2010

“Necesitamos muchas patas peronistas, como en el 83”

Ricardo Alfonsín, diputado nacional y precandidato a presidente, habla de la disputa con Cobos, su relación con Elisa Carrió, la gobernabilidad futura y la influencia de su padre

Al principio, tímidamente y ante la indiferencia o la subestimación de muchos, incluso viejos correligionarios. Luego, con apoyos más decididos y mayor visibilidad. Siempre, con disciplina orgánica y el recuerdo de su padre como faceta inescindible. Así encaró Ricardo Alfonsín su camino hacia 2011. El objetivo está más claro que nunca: quiere formar parte de la línea de partida para las presidenciales y actúa en consecuencia. Por lo pronto, ya consiguió que el naciente Movimiento de Renovación Nacional (Morena) lo respaldara. En esta entrevista, Alfonsín se envalentona con un posible balottage con Néstor Kirchner, rechaza la posibilidad de compartir fórmula con Julio Cobos y señala que la pobreza es la mayor deuda de la democracia. Aunque, claro, tampoco se resiste a las definiciones contundentes. “Lilita es hiperbólica”, por caso.

¿Se acuerda de esta tapa de Debate? Es de febrero de este año y lo ponía a usted como potencial candidato presidencial. “Ahora Alfonsín”, decía el título.
Sí, la recuerdo.
Entonces era sólo una posibilidad.
Y lo sigue siendo. Bah, es muy probable que un sector del partido me pida que asuma la responsabilidad de representarlo como candidato a presidente en las próximas elecciones.
De todos modos, las cosas parecen haber cambiado bastante para usted.
Se han ido sumando más militantes y dirigentes que nos piden que vayamos a dar esta pelea en el seno del Acuerdo Cívico. Pero hoy, en el radicalismo, hay dos precandidatos: Julio Cobos, por un lado, y quien le habla, por el otro.
Y cambiaron también para Cobos. Todo hace pensar que perdió mucho terreno.
No estoy tan seguro de eso. De todas maneras, imaginaba que podía ocurrir algo parecido con Cobos debido a una serie de factores que decantaron a partir del 28 de junio. En primer lugar, no le quedó otra que compartir con otros ese rol que había asumido de ser el único límite frente a un gobierno que, para muchos, tiene pretensiones hegemónicas. En segundo lugar, quedó más clara su situación de inferioridad con respecto a otros candidatos de la oposición. Por su rol como vicepresidente quedó más inhibido de hacer las cosas que hace cualquier opositor o hacer campaña recorriendo el país con la misma libertad. Y además, no puede presentar proyectos de ley, no puede participar en los debates del Parlamento. Así que, en cierta medida, era previsible.
Su permanencia como vicepresidente entonces…
Lo perjudica. He creído siempre, frente a lo que sostenían desde el Gobierno o de otros partidos de la oposición, que su permanencia en el cargo la asumió no tanto porque le convenía en términos de una eventual candidatura, sino porque entendió que era más importante cumplir con su responsabilidad institucional.
¿Piensa que debería seguir hasta cumplir su mandato o renunciar antes?
Él ha dicho que va a seguir y creo que está bien. Por supuesto que se trata de una situación anómala. Pero creo que hoy la renuncia de Cobos sería un remedio peor que la enfermedad, que haría mucho ruido institucional y no contribuiría a generar la confianza que hay que generar para poder atraer inversiones, generar empleo, trabajo y aumentar la producción del país.
La lectura política que se hacía entonces, cuando apareció aquella tapa, era que su postulación era una forma de presionar a Julio Cobos para que se subordinara a la estrategia orgánica del partido.
Es cierto que, en ese entonces, Cobos aparecía como el único candidato de la UCR. Pero en la medida en que la UCR empieza a recuperarse, algunos de sus miembros adquieren también mayor notoriedad. En mi caso, soy absolutamente consciente, sin falsa modestia, de que hubo una cantidad de factores que, en cierta medida, se conjugaron para que eso ocurriera. Fundamentalmente, la muerte de mi padre, asociada a la recuperación del partido. La mayoría de la gente tiende a transferir a los hijos, el afecto, el cariño y el respeto que sentía por la figura de sus padres. Ahora, esto me llena de más responsabilidad y tendré que demostrar que estoy a la altura de las circunstancias.
Desde hace tiempo se habla de panradicalismo. ¿Habrá que volver a hablar de radicalismo a secas?
Siempre me ilusiono con la posibilidad de que todos los que formamos parte de eso que se llama panradicalismo, volviéramos a encontrarnos definitivamente en el radicalismo. Parecía que la construcción del Acuerdo Cívico podía ser el primer paso para que regresaran todos los que se habían ido. Por eso, cuando todavía estaba en gestación el Acuerdo, propuse que Margarita Stolbizer encabezara la lista de diputados nacionales en la provincia de Buenos Aires, aun cuando esto no estaba resuelto en el partido y aun sometiéndome al riesgo de que me criticaran. Esto no era sólo un gesto de generosidad para que se construyera el Acuerdo Cívico, sino que también había un interés egoísta. Entre otras cosas, para facilitar el regreso. Pero la verdad es que no se han dado las condiciones como creía.
Y hoy están más disgregados.
No, la Coalición Cívica está en problemas con nosotros, pero ninguna de estas dificultades es insalvable. Con las otras fuerzas las cosas están encaminadas.
Oscar Aguad, por ejemplo, propuso una fórmula netamente boina blanca: Cobos-Alfonsín. Eso también podría llevarnos a hablar de radicalismo a secas. Soy un hombre que ha creído siempre que los partidos que piensan de manera similar o igual no deben competir entre sí. Porque cuando compiten quienes piensan igual se termina confundiendo al adversario. Por otro lado, debilitamos a los sectores que queremos representar, sobrefragmentando la representación. Así que siempre trabajo y voy a trabajar en la construcción de alianzas, y la primera condición para facilitar esas alianzas es que no pretendamos ocupar los dos términos de la fórmula. De manera que no coincido con Oscar.
El socialismo pareció contestarle con una reunión con Pino Solanas. Por lo menos, el presidente del partido y sectores importantes.
No, esa reunión estaba prevista con anterioridad a las declaraciones de Aguad, que las respeto aunque no las comparto. Con el socialismo tenemos no solamente una relación muy buena en términos programáticos, de cultura política, de afinidad propositiva, sino que además tenemos muy buena relación personal. Siempre digo que si pertenecer a un partido político fuera una cuestión de ideas, principios y valores, podría decir que soy socialista.
¿Su fórmula ideal es con Hermes Binner?
Es una posibilidad, aunque ellos también podrían querer el primer término de la fórmula.
Con Pino Solanas, en cambio, no hay ninguna posibilidad de acuerdo. Lo ha repetido una y otra vez.
Pino es injusto con nosotros. Se maneja con prejuicios. Por supuesto, somos un partido que ha tenido la responsabilidad de gobernar durante el siglo XX y, como cualquier partido que gobierna, hemos cometido errores, pero tenemos muchos aciertos. Si se hace un balance fueron más los aciertos que los errores. Y descalificar a la Unión Cívica Radical en virtud de algunos errores, me parece injusto. Creo que si pudiéramos tener una conversación con Pino seguramente habría muchos prejuicios que desaparecerían y podríamos tener coincidencias importantes. Pero no es una cosa que dependa de nosotros. Pino parece obstinado en negar esa posibilidad.
¿Piensa en la necesidad de contar con una pata peronista?
Necesitamos muchas patas peronistas, como en el 83. No se puede ganar si no nos votan muchos peronistas.
¿Y dirigentes peronistas?
En este momento, sería una desconsideración hacer una referencia concreta sobre alguien. Con cualquier dirigente del peronismo serio y responsable, de los que hay muchos, podría trabajar tranquilamente.
¿No va a mencionar ningún nombre?
No, sería una falta de respeto.
¿Qué van a hacer con Elisa Carrió?
Todo lo que sea necesario para persuadirla de que es necesario construir un frente progresista, republicano, racional, sensato para reemplazar al gobierno con un sentido de superación. No se trata de hacer todo lo contrario a lo que ha hecho el Gobierno. Ningún gobierno hace todas las cosas mal ni todas las cosas bien. Es más, hay cosas que se han hecho bien y las vamos a seguir, pero es necesario, desde mi punto de vista, reemplazar al gobierno desde concepciones progresistas para cumplir con la principal deuda que tiene la democracia con los argentinos, que es la deuda con la justicia social.
Se lo preguntaba porque ha sido impiadosa con el Acuerdo. Dijo que iba camino a convertirse en la Alianza y actualizó el fantasma de 2001.
Lilita es hiperbólica. Pero no creo que estén definitivamente minados los puentes que permitan reiniciar conversaciones. Ésta es una construcción de la sociedad y un pedido de muchos. Por supuesto, nosotros aceptamos construir el Acuerdo Cívico porque estábamos convencidos de que era una alternativa correcta. No somos seguidores de encuestas, me gusta más la filosofía. Y en género ficción, me gusta más Mario Vargas Llosa.
No es Kirchner quien azuza ese fantasma, sino una aliada de hasta no hace mucho.
Por supuesto, no involucro al gobierno ni a Kirchner en esto. Pero supongo que, en la medida en que se fragmente la oposición, sobre todo la progresista, Kirchner se beneficia.
¿Puedo leer de sus palabras que considera que Carrió está siendo funcional a los Kirchner?
No digo que sea funcional, pero la división de los sectores progresistas debilita la posibilidad de que el espacio gane las próximas elecciones. Eso es un dato de la realidad. Creo que no hemos hecho nada para que la Coalición Cívica se enoje, absolutamente nada. Ahora, tal vez ellos tengan una visión diferente. La única manera de sacarnos estas dudas es conversando. No a través de los medios de comunicación, sino en las instancias partidarias.
Como rival del espacio, puede ser de grave daño. No sólo porque disputa un electorado similar, sino también por su incontinencia verbal.
(Risas) Incontinencia, no sé… Cualquiera puede tener capacidad de hacer daño en política, incluso actuando con buena fe.
¿Cree que es el hombre capaz de batir a Kirchner?
Sí, creo que le puedo ganar. Pero no es que me gustaría ganarle a él. Me gustaría ganar, simplemente.
¿Se imagina un balottage con él?
Creo que es lo más probable. En la primera vuelta va a estar todo muy parejo e incluso puede ser que se haga difícil sacarle ventaja. Pero en la segunda vuelta ganamos nosotros.
¿Y con Mauricio Macri?
No creo que se presente.
¿Cuál cree que será el eje de campaña del radicalismo?
El radicalismo, desde mi punto de vista, tiene que saldar la mayor deuda de la democracia, que es la pobreza. No se puede resolver este problema sin crecimiento, es cierto. Pero el crecimiento sólo no alcanza. Porque puede registrarse crecimiento, con crecimiento de la pobreza, como ocurrió en la década del noventa o como ocurrió, incluso, en algún momento durante este gobierno. Se necesita crecimiento con desarrollo, con distribución de la riqueza y con una economía que funcione de una manera más equitativa. Sé que esta convocatoria tiene menos capacidad de movilización, menos fuerza movilizatoria que la que tenía aquella convocatoria del ochenta, cuando luchábamos por la vida, contra el terror, por la libertad, contra las cárceles, contra la tortura. Pero en el fondo, esta convocatoria también reconoce como causa inspiradora la lucha por la dignidad del hombre.


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